martes, 8 de abril de 2014

Recital (escrito poético)

RECITAL

Tengo un poema que deseo leer; tengo y no tengo, porque muchas cosas que creemos propias son tan sólo préstamos del pasado espectral. Así que digamos que tengo un supuesto delirio mío y una botella de supuesto vino envuelta en una tela bermeja; porque ni su atención tengo, ella se encuentra sobre mis vicios (desvirtudes), escudriñando y royendo los huesos carbonizados de mi iniquidad.

¿Y dónde está el poeta? Pues mis ojos nimbados no lo ven. ¿O, será que nuestro egregio alquimista es la sumatoria de todos los vicios que tanto los están embelesando? ¡Ah! Muchas palabras encabritadas ante un silencio mordaz. Y veo que ustedes son más sabios que yo. Pues tan sólo me queda beber de este ignoto licor; ¿será veneno? ¡Qué así sea, pobres hermanos!

Busca el hombre consuelo en cantares y libros; pero cuando el vacío es lo único hallado, tan sólo le queda al hombre valiente alargar y retorcer los sentidos, exprimirlos hasta obtener aquella linfa sagrada, aquellos sentimientos sublimes, aquellos consuelos para lo ajeno. Y todo este proceso, este trance crucial, me recuerda el amor entre dos jóvenes, me recuerda su abandono en su propia visión heroica del amor puro, me recuerda cómo quedan sus almas enmarañadas y perplejas tras la herida fatal de la lanza.

¡Ay, mis amigos, mis fantasmas de luz! Pero, ante este piélago de silencio mordaz, estas son nimias necedades, ni delirios ni verdades, simples necedades.

¡Ah! Pero hay un poema, y es menester leerlo con sutil pasión. Hay esta noche tres cosas valiosas ante mí y ustedes: un supuesto poema, una botella de supuesto vino y un vacío abismal. Y me pregunto: ¡¿Qué nos pertenece?! ¡Nada! Pues ni ese silencio mordaz es de ustedes, tan sólo son guiñapos inertes y ausentes por su propia gelidez.

¡Ah! ¿Será veneno?



L. ESTEBAN TORRES

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