miércoles, 15 de enero de 2014

“Nos cuesta más llamarnos golfistas que lesbianas”




Todo son referencias para el movimiento gay-lésbico de España en este desayuno: el lugar, el café Figueroa (más de 30 años en Chueca, el barrio rosa de Madrid); el motivo, los 20 años de la librería Berkana (la primera especializada en temática homosexual de la capital); y las invitadas, Mili Hernández y Mar de Griñó, propietarias de este último establecimiento. Pero hay un halo de tristeza en la celebración. "Amazon nos ha partido, y el pirateo nos va a matar. Si a eso se le suma la crisis y la caída de turistas en Madrid, la supervivencia de Berkana está en el aire", dice Hernández, madrileña de 54 años.

"Fuimos el primer local de día del barrio; con el diseñador Ramón Bilbao hicimos el primer mapa gay de Chueca. Dijimos: 'Vamos a hacer uno como los de El Corte Inglés, pero de maricas", ríe Hernández. "Es que éramos un punto de información no solo para gais y lesbianas, sino para todo el que viene a Chueca. El Ayuntamiento debería darnos una subvención", cuenta De Griñó, vitoriana de 55. La bajada de clientes de los últimos años no les libra de esa tarea. Llevan 20 años haciéndolo. "Fuimos el primer sitio al que entraron muchos jóvenes gais y, sobre todo, muchas lesbianas mayores; es lo que más orgullo nos da. Eran mujeres que hasta entonces no sabían dónde ir", añade Hernández.

Es hablar del futuro y surge el miedo. Sorprende ver emocionarse a esta bregada luchadora. Su esposa la consuela. Pero vencen el momento de ternura como han hecho con tantas dificultades en su vida: apelando a la militancia. "Lo que más rabia nos da si cerramos es que será un triunfo de la derechona. Parecerá que hemos trabajado para nada", dice Hernández. ¿No es posible que ahora, con la libertad ganada, y aparte de la crisis, mucha gente sienta que ya no hace falta un sitio así? "En absoluto", salta Hernández. "Nosotras estamos muy integradas, pero a la vez nos gusta ser parte de una agrupacion. Una librería, un bar, es un ancla que nos une a los demás. Siempre vamos a necesitar un sitio para nosotros. ¿O vas a ir a ligar a un sitio de heteros donde corres el riesgo de que te rompan la cara si le entras a alguien? Que se pierdan estas referencias es lo que la derecha quiere. Ese es el mensaje: ya no hacéis falta. Así pueden atacarnos y luego, cuando seamos necesarios, no existiremos".

Con la situación crítica del negocio, los planes del matrimonio han cambiado. "Pensábamos que a los 55 íbamos a tener más tiempo, viajar más, jugar más...". Hernández corta a su esposa. "Jugamos al golf", declara solemne. Hay risas cómplices. "La verdad, nos cuesta más llamarnos golfistas que lesbianas", cuenta Hernández. "Hay mucho prejuicio y parece un mundo muy pijo, pero no lo es", añade De Griñó. Ello no ha evitado algún comentario homófobo. "Recuerdo el día en que, jugando con cuatro hombres, uno de ellos hizo una pifia y dijo: 'He hecho un Zerolo", cuenta Hernández, medio riéndose y medio indignada, de que a un golpe blando lo llamaran —prejuicios mandan— con el apellido del activista gay Pedro Zerolo. "En el fondo, es un reconocimiento a su figura".

La foto dentro del local tiene algo de homenaje póstumo. "Ojalá podamos hacer otra igual el año que viene. Y los siguientes 20".

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