No voy a reparar en la biografía de Florencio Varela. Sólo voy a tipear los sucesos en los cuales tomó parte y que perjudicaron no sólo a la Argentina, sino también a Paraguay y a la propia Uruguay.
Sarmiento y Varela traicionan a la Patria
Florencio Varela
Mientras Juan Manuel de Rosas defiende la soberanía y la dignidad de la Patria, otros malos argentinos la traicionan.
Sarmiento, instando a Chile a invadir el estrecho de Magallanes
En Chile está ocurriendo, desde el año anterior (1842), algo absolutamente incomprensible: Domingo Faustino Sarmiento realiza, en el diario El Progreso, una campaña tenaz, entusiasta, proselitista, para demostrar que la Patagonia no debe pertenecer a la Argentina sino a Chile, y para que este país se establezca en el estrecho de Magallanes. El gobierno de Santiago de Chile se convence ante los argumentos de aquel "patriota", y el 21 de septiembre de 1843 se apodera para siempre del estrecho. ¡Aflige tener que recordar semejante traición de Sarmiento! Porque ni siquiera puede explicarse por móviles utilitarios. Chile no le ha pedido a Sarmiento que asi traicione a su Patria, que trabaje en fervor para que ella pierda sus más ricos territorios, las regiones donde más tarde pacerán millones de ovejas, donde brotará el petróleo. Se le defiende diciendo que él no cree en el valor de esas regiones. ¿Dónde está entonces su genio de visionario? Hay una sola explicación: Sarmiento ha renegado de su Patria y es chileno. Carece de importancia que tenga o no la ciudadanía chilena. Lo indudable es que él se siente chileno, que habla como chileno y que quiere a Chile mucho más que a la Argentina.
Otro traidor es Florencio Varela. Proyecta desmembrar al país, constituyendo una nueva nación con Entre Ríos y Corrientes; y ha escrito una Memoria sobre tan infame plan. Ahora trabaja con mayor ahínco que nunca. Tiene aliados: los ministros del gobierno uruguayo, que, en realidad, le obedecen; el almirante Purvis, convertido en potencia durante los primeros meses de este año de 1843; y ahora el nuevo plenipotenciario del Braisl, el comendador Juan Lins Vieira Cansangao de Sinimbú. Lo han designado para ir en misión a Inglaterra y a Francia, a pedir la intervención de estas potencias contra Rosas. Poco antes de partir, lo que hará en Agosto, insiste ante Paz, que dirige la defensa de Montevideo, en favor de su proyecto; y Paz se niega a complicarse en semejante traición. Son canallescas las instrucciones que se le dan a Varela. A pesar de que en Montevideo se empiezan a comer los caballos, los gatos y os perros, y de que muchos franceses han emigrado a Buenos Aires, Varela, a fin de obtener la intervención armada de Inglaterra y de Francia, deberá demostrar allí la prosperidad del Estado Oriental y "el atraso y ruina de Buenos Aires". Y deberá tentar la codicia de ingleses y franceses explicándoles la riqueza y feracidad de las regiones del Plata. No tiene perdón Florencio Varela. Ni siquiera puede defendérselo con el "criterio de la época": en esa época hombres como Martiniano Chilavert y Paz, a pesar de ser unitarios, se indignan patrióticamente contra su proyecto.
José María Paz
Y mientras Rosas, diplomáticamente, trata de que el Paraguay se reincorpore a la Confederación, El Nacional, escrito por argentinos, propone al Brasil que se encargue del protectorado del Paraguay y que "no desprecie el de Corrientes..."
Fracaso de Florencio Varela en París (1844)
Este año es el único oasis de paz en el gobierno de Rosas. Poco se combate, pero los unitarios cometen un nuevo crimen: asesinan al gobernador delegado de Entre Ríos, don Cipriano Urquiza, hermano de Justo José. Los correntinos Madariaga invaden Entre Ríos y, derrotados, se vuelven a su provincia. En el Uruguay, Fructuoso Rivera, deshecho por Uquiza en el Sauce, ha huido hacia el Brasil. A Paz, que nunca perdió una batalla, no le ha ido bien en el Pantanoso, en abril, por culpa de su caballería y de su artillería. Quiere formar un consejo de guerra, por desobediencia, a los jefes de esas armas; y esto le crea tan incómoda situación que debe renunciar y alejarse. Partirá en los primeros días de Julio de 1844 para Corrientes, a formar otro ejército.
Cipriano Urquiza
Días antes que Paz, ha partido, también para siempre otro enemigo de Rosas, el almirante inglés Purvis, trasladado por su gobierno. Igualmente es cambiado el almirante francés, aunque Massieu de Clerval se ha opuesto a que los legionarios franceses actúen en ese carácter, su sustituto, el almirante Lainé, va más allá: prohibe a sus compatriotas, de acuerdo con instrucciones de su gobierno, toda injerencia en las luchas políticas locales.
Massieu de Clerval
Por ahora la guerra está en Paris y en Londres, y también allí la gana Rosas. Florencio Varela, con todo su talento y su labia, ha fracasado. El 2 de Enero escribe en su diario de viaje: "...nota oficial del conde Aberdeen en que, resueltamente, declara que el gobierno inglés ninguna parte tomará en los negocios del Río de la Plata. Mi misión pueda pues, concluida. La Inglaterra, tal es mi convencimiento, no conoce sus intereses, y aquellos desgraciados países serán por largo tiempo teatro de la anarquía". ¿Los intereses de Inglaterra? Así dice, aunque parezca increíble Es una suerte para toda la América el fracaso de Florencio Varela.
Montevideo en poder de los extranjeros (1845)
En Montevideo, un día de Diciembre de 1845, han desembarcado seiscientos marinos británicos. Otro día, en Marzo, se descubre que Fructuoso Rivera le ha hecho a Oribe proposiciones de arreglo; y su intermediario y secretario, el argentino José Luis Bustamente, es detenido y destinado al ejército como soldado raso. Por esos días, el gobierno disuelve la legislatura y crea una Asamblea de Notables; cuatrocientas personas, entre las cuales hay varios extranjeros, como los argentinos Bartolomé Mitre y Juan Antonio Lezica, y dos franceses que mandan las legiones.
Manuel Oribe
Pero es más grave lo ocurrido muy poco después, en marzo de 1846, Rivera se ha aparecido en un barco español. No le permiten desembarcar. Un decreto lo expulsa, le concede una pensión y le ofrece una representación de primera clase si se muestra "sumiso". Rivera publica una proclama y el primer día de Abril, a los gritos de "¡Viva Rivera!" y "¡Mueran los porteños!" se sublevan sus partidarios: un batallón de negros, los legionarios, los vascos y algunos orientales. El ex dictador Pacheco y Obes dirige a los defensores del gobierno, que son casi únicamente los legionarios argentinos. Los mediadores hacen desembarcar tropas, pero acaban entendiéndose con Rivera. Renuncia Santiago Vázquez, por medio del cual ha gobernado Florencio Varela, y Pacheco y Obes se va a Europa. El presidente Suárez vuelve al gobierno y nombra a Rivera jefe de las fuerzas de la República.
Fructuoso Rivera
Para Oribe, ahora es más difícil que nunca retomar Montevideo: tendría que luchar contra las tropas extranjeras, y ahora los defensores de la plaza tienen armas, municiones y alimentos. El comercio empieza a salir de su marasmo. Pero la independencia y soberanía uruguayas han dejado de existir. El país es sencillamente un protectorado. Y quienes han suprimido la independencia y la soberanía del Uruguay - los mediadores y los almirantes que allí mandan- son los mismos que atacan a Rosas fundándose en su temor de que Rosas atente contra ellas...
Asesinato de Florencio Varela (1848)
En Montevideo la situación empeora, si es posible. Los legionarios, dueños de la ciudad, exasperados por las privaciones, alborotan, saquean y hasta asesinan. Las facciones de los que gobiernan -los riveristas y los varelistas- se combaten con saña. Los varelistas no olvidan la revolución de 1846, en que fue asesinado el coronel Jacinto Estivao, degollado y arrastrado por las calles. Los riveristas no olvidan la tentativa de asesinar a su jefe en Septiembre de 1846, ni su prisión y destierro, el año anterior; ni los destierros de altos jefes de su partido, a principios de este año de 1848; ni las ofensas hechas al ex presidente de la Asamblea de Notables, doctor Manuel Herrera y Obes. A sus amigos les pide que "abollen" a Herrera y Obes. Este ministro es una especie de dictador, y por su intermedio Florencio Varela manda en Montevideo. Para agravar los males, la Asamblea, el 20 de Marzo, aprueba una ley que autoriza el empleo de todos los recursos, vale decir, las confiscaciones, para la defensa de la República. Y la situación del gobierno es tan desesperante que el 27 de Marzo llama a los encargados de Negocios y a los cónsules extranjeros y les confiesa no tener con qué alimentar a las tropas, ni para las veinticuatro horas próximas, y no responder de lo que esos hombres hagan si los extranjeros no facilitan al gobierno siquiera cincuenta mil pesos.
Julio Herrera y Obes
En esta espantosa situación, y siete días antes de esa entrevista, Florencio Varela, "eminencia gris" del gobierno y director de El Diario del Comercio, es asesinado en la calle. El autor material del delito es un español, Andrés Cabrera, pero muchos suponen que hay detrás de él un autor moral.
¿Quién mató a Florencio Varela? Enigma de nuestra historia. Merecen considerarse tres hipótesis.
Durante años créese que Cabrera ha vengado en su honor, pues Varela había andado en amores con su mujer. Un tal Moreira, amigo del asesino, al ir a la casa de Cabrera en ausencia suya, ha visto a Varela allí. La mujer de Varela tiene entre treinta y cinco, y cuarenta años, y dícese que es hermosa. En el proceso a Cabrera, publicado en 1935, no figuran las actuaciones sobre la denuncia de Moreira. Sin embargo, se hicieron. ¿Alguien las hizo desaparecer? Argúyese contra esas hipótesis que la mujer del asesino vivía por entonces en el Buceo, a pocos kilómetros de la ciudad; pero había vivido en la ciudad, de modo que Cabrera pudo vengarse de hechos anteriores.
Otra hipótesis lo culpa al general Oribe. Fúndase en que Cabrera, detenido tres años y medio después de su delito, se confiesa instigado por Oribe, y en que, después de haberlo cometido, va a vivir al campo de los sitiadores, donde no se lo castiga. Nada de esto tiene valor. Cabrera declara haber procedido por orden del general Oribe para librarse de culpa o disminuirla. En el campo sitiador no tenían por qué juzgar a un individuo por un delito cometido en otra jurisdicción. En los días que siguieron al crimen no se lo culpa a Oribe en Montevideo; y así El Conservador, diario oficialista que redacta José Mármol, ofrece mil pesos al que proporcione noticias del asesino, lo que sería inútil si de tratara de un sicario de Oribe. Dícese que a Oribe le aterrorizaban los artículos de Florencio Varela. En realidad, Florencio Varela y el gobierno de Montevideo están derrotados por entonces. Tres días antes del asesinato ha llegado a Montevideo el inglés Roberto Gore, y el día anterior el barón francés Luis Gros, que vienen -lo que Oribe sabe por cartas recibidas de Río de Janeiro, días atrás- a hacer la paz en tal forma que equivale a entregarle la presidencia de la República. Los enemigos de Rosas y de Oribe llegan hasta fraguar una carta -la superchería está probada- en la que don Juan Manuel de Rosas le aconseja a Oribe inutilizar "la perniciosa acción de este malvado". Pero sobre todos los argumentos está la caballerosidad del general Oribe. Presidente legal y constitucional desde 1835 al 1838, su lenidad ha sido reconocida. Después, en tiempo de guerra, al frente de un ejército, y como jefe del Estado, ha podido condenar a muerte a algunos traidores, espías y prisioneros. Pero lo que no cabe es que este modelo de caballerosidad pague a un sicario para que mate a otro hombre. Don Quijote puede ser alguna vez cruel, pero no canalla.
La tercera hipótesis es que Varela haya sido asesinado por miembros de la facción riverista. Atemos algunos cabos. Varela, horas antes del crimen, ha escrito a Herrera y Obes que lo espera para comunicarle noticias "importantísimas". Herrera va, y encuentra a su amigo muerto. ¿No habrá recibido Varela esa puñalada que acaso era para Herrera y Obes, a quien Rivera aconsejara "abollar"? Cuando Cabrera desembarca y es detenido se le secuestran cartas, que no se sabe qué se hicieron y cuyo contenido nadie conoce. Después del crimen, varios jefes riveristas se pasan al campo de Oribe. En la Asamblea de Notables, ni palabra sobre el crimen. El 23 de Abril se declara a la ciudad en estado de sitio, a lo que se han opuesto los riveristas. Herrera y Obes escribe a Lamas, representante en Río de Janeiro, siete días después del crimen, que el asesino, venido del Cerrito, tenía "cómplices de levita", que no son seguramente, blancos, cuyos nombres Herrera y Obes, como jefe virtual del gobierno conoce, y que, sin embargo, no son acusados. Y sorprende que la reanudarse el proceso, en 1851, no se cite a declarar al general Oribe, que está en Montevideo, siquiera como testigo. ¿Acaso se temen sus revelaciones?
No es imposible que algún partidario de Oribe armara el brazo de Cabrera, aprovechando el odio de este hombre hacia Varela, si es verdad que el asesinado tuvo amores con su mujer. Pero más probable parece que haya sido algún partidario de Rivera, y cuyo nombre se oculta por razones políticas, ya que riveristas y varelistas pertenecen al mismo partido.
Florencio Varela es llorado por todos los emigrados en Montevideo, en Bolivia, en Chile y en Brasil. En Europa también se lo recuerda. Thiers, en 1850, lo considera "uno de los hombres más distinguidos que es posible encontrar en cualquier parte del mundo". Pero ningún elogio más apropiado que el de Sarmiento, en carta a Aberastáin. Lo juzga como la naturaleza más culta, como el "alma más depurada de todos los resabios americanos, el europeo aclimatado en América".
¡Qué elogio para un criollo, decirle que es el alma "más depurada de todos los resabios americanos! Después de esto, uno se explica que Sarmiento y Varela combatieran a Rosas.
Fuente:
"Vida de don Juan Manuel de Rosas", Manuel Gálvez, Editorial Claridad
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LOS INVITO A PASAR POR MIS POSTS ANTERIORES, GRACIAS A TODOS POR PASAR POR ESTE!
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