¿Los creyentes son más felices que los ateos?
Según un estudio realizado por el profesor Andrés Clark y la doctora Orsolya Lelkes, y presentado en la conferencia anual de la Sociedad Real Económica, la gente que cree en Dios es más feliz que los agnósticos o los ateos. Los investigadores determinaron que el fervor religioso es positivo para enfrentar las desdichas que puede depararnos la vida.
En realidad, se trata de la confirmación de una hipótesis que de alguna manera muchos pensadores ya habían supuesto, aunque no hubiesen realizado experimentos para intentar demostrarla.
El trabajo de Andrés Clark y Orsolya Lelkes prueba que las creencias religiosas preparan mejor a las personas que las sostienen para enfrentarse a decepciones de la vida diaria. El creer en algún tipo de Dios omnipresente que guía y decide nuestro destino, facilita el enfrentarse a temas duros tales como la falta de trabajo, el divorcio o la muerte de un ser querido. Es posible que el creer que este tipo de eventos obedecen a una voluntad superior quita los sentimientos de culpa o responsabilidad que uno podría tener, delegándolos en un ente sobrenatural.
El estudio, titulado "Libéranos del Mal: La religión como el Seguro", encontró además que solamente uno de cada seis creyentes practicantes en Gran Bretaña creen que es mejor pasar por la experiencia de un divorcio que permanecer durante el resto de su vida con una persona a la que no ama. Este también es un hecho que solo puede explicarse en el respeto a la religión o temor a las consecuencias posteriores que podría tener una decisión de ese tipo. Los científicos no explican como puede alguien ser feliz acompañado de una persona a la que no ama.
Esta capacidad para ser feliz, ausente en los ateos, aumenta en el momento en que los religiosos van a la iglesia y rezan. En ese momento, algún mecanismo psicológico fortalece a los creyentes y los prepara para enfrentar los momentos duros que le puedan tocar vivir. En los ateos, la falta de este tipo de mecanismo de apoyo provoca que, ante una situación similar, la sensación de malestar sea más profunda y duradera.
Los investigadores concluyen su estudio con una frase que dice, palabra más, palabra menos, que la religión hace que las personas puedan soportar mejor los momentos difíciles de la vida. Este es, sin dudas, un motivo muy valido para acercarse a algún tipo de religión.
El trabajo de Andrés Clark y Orsolya Lelkes prueba que las creencias religiosas preparan mejor a las personas que las sostienen para enfrentarse a decepciones de la vida diaria. El creer en algún tipo de Dios omnipresente que guía y decide nuestro destino, facilita el enfrentarse a temas duros tales como la falta de trabajo, el divorcio o la muerte de un ser querido. Es posible que el creer que este tipo de eventos obedecen a una voluntad superior quita los sentimientos de culpa o responsabilidad que uno podría tener, delegándolos en un ente sobrenatural.
El estudio, titulado "Libéranos del Mal: La religión como el Seguro", encontró además que solamente uno de cada seis creyentes practicantes en Gran Bretaña creen que es mejor pasar por la experiencia de un divorcio que permanecer durante el resto de su vida con una persona a la que no ama. Este también es un hecho que solo puede explicarse en el respeto a la religión o temor a las consecuencias posteriores que podría tener una decisión de ese tipo. Los científicos no explican como puede alguien ser feliz acompañado de una persona a la que no ama.
Esta capacidad para ser feliz, ausente en los ateos, aumenta en el momento en que los religiosos van a la iglesia y rezan. En ese momento, algún mecanismo psicológico fortalece a los creyentes y los prepara para enfrentar los momentos duros que le puedan tocar vivir. En los ateos, la falta de este tipo de mecanismo de apoyo provoca que, ante una situación similar, la sensación de malestar sea más profunda y duradera.
Los investigadores concluyen su estudio con una frase que dice, palabra más, palabra menos, que la religión hace que las personas puedan soportar mejor los momentos difíciles de la vida. Este es, sin dudas, un motivo muy valido para acercarse a algún tipo de religión.
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