La caída de Racing no se detiene
En Sarandi, perdió 3 a 1 ante Arsenal y acumuló su tercera derrota consecutiva. Echeverría, Carrera y Furch anotaron para el local –Zelaya erró un penal- y Saja, desde los 11 metros, le dio a la visita el empate transitorio.
Era negra la noche de Sarandí, Mostaza, las estrellas están escondidas y así el cielo parece muy lejano. Racing está vestido a tono con su juego: más oscuro que nunca. Por eso y porque Racing tiene agujeros negros en el fondo, Arsenal resultó un equipo de otra galaxia. Sucede también que Racing parece un derrumbe en marcha. De aquel 3-0 ante Colón y los miles de entusiasmos que nacieron con ese primer paso sólo quedan escombros. Lo de la noche de Sarandífue una confirmación: las dos derrotas sucesivas (ante San Lorenzo y Tigre) no eran casualidad. Con un agregado que resulta preocupante: la llegada de Reinaldo Merlo le había brindado al equipo solidez, capacidad defensiva y orden. En Sarandí, Arsenal deshizo aquella percepción. Le ganó con claridad, con un margen que pudo haber sido mayor que el 3-1 final.
Lo del equipo de Gustavo Alfaro fue más de lo mismo. La receta de siempre: solvencia en el fondo, lucha y salida rápida en el medio, notable capacidad área y lucidez para el aprovechamiento de las jugadas con pelota detenida. Así, a su modo, lo aplastó a Racing.
El primer tiempo, favorecido por errores individuales, fue atractivo, vertiginoso, intenso. Y tuvo cuatro goles que sirvieron para retratar las particularidades de cada uno. En el primero, por ejemplo, se exhibió el poderío aéreo de Arsenal cuando busca por arriba y en pelota detenida. Centro de Ramiro Cabrera, un rechazo, la peina González Pirez y Echeverría -especialista en el rubro- la empujó de cabeza. Sebastián Saja reaccionó tarde y varios jugadores de Racing defendieron quietos y mirando. Algo parecido sucedió con el segundo de Arsenal, el del 2-1: una jugada de lateral, la defensa de Racing mal parada, peinó Furch y apareció Carrera por el segundo palo para definir de palomita. Y el tercero, una escena repetida: tiro libre al área, cabezazo para bajarla de Echeverría, centro rasante de González Pirez y gol de rebotero de Furch. Otra vez, la defensa de Racing había brindado espacios y ventajas.
Lo de la defensa de Mostaza fue pésimo. Y arriba no ofreció variantes suficientes para vulnerar a un Arsenal que nunca perdió el orden. El único modo de llegar al gol fue por una torpeza de Zaldivia -cometió una mano muy evitable dentro del área- que derivó en un penal y en la ejecución eficaz de Saja. Era el 1-1. Parecía entonces, a los 19 minutos del primer tiempo, que otro partido podía comenzar. Pero no. Racing continuó siendo el de las dudas y el de las dificultades defensivas. Un atenuante al respecto: dos ausencias (la de Fernando Ortiz, por suspensión, y la de José Luis Gómez, lesionado) complicaron el armado. Otro detalle, quizá responsabilidad de Merlo: ante las inseguridades de los centrales (Campi y Saveljich) no optó por poner de tapón, bien cerquita de ellos, a Bruno Zuculini, como en los buenos momentos del último tramo del Inicial.
Intentó variantes Merlo para el segundo tiempo: Entró Viola, salió Quilez, fue Cerro de lateral derecho. Pero no cambió el desarrollo. Arsenal -equipo bravo, con oficio- puso el partido en el freezer. Cuidó la pelota, le recortó los espacios a Racing, lo fue adormeciendo. Y así, mansamente, el partido se fue acercando a ese desenlace pretendido por el equipo de Sarandí. Y a ese castigo para este Racing con preguntas sin respuestas.
En Sarandi, perdió 3 a 1 ante Arsenal y acumuló su tercera derrota consecutiva. Echeverría, Carrera y Furch anotaron para el local –Zelaya erró un penal- y Saja, desde los 11 metros, le dio a la visita el empate transitorio.
Era negra la noche de Sarandí, Mostaza, las estrellas están escondidas y así el cielo parece muy lejano. Racing está vestido a tono con su juego: más oscuro que nunca. Por eso y porque Racing tiene agujeros negros en el fondo, Arsenal resultó un equipo de otra galaxia. Sucede también que Racing parece un derrumbe en marcha. De aquel 3-0 ante Colón y los miles de entusiasmos que nacieron con ese primer paso sólo quedan escombros. Lo de la noche de Sarandífue una confirmación: las dos derrotas sucesivas (ante San Lorenzo y Tigre) no eran casualidad. Con un agregado que resulta preocupante: la llegada de Reinaldo Merlo le había brindado al equipo solidez, capacidad defensiva y orden. En Sarandí, Arsenal deshizo aquella percepción. Le ganó con claridad, con un margen que pudo haber sido mayor que el 3-1 final.
Lo del equipo de Gustavo Alfaro fue más de lo mismo. La receta de siempre: solvencia en el fondo, lucha y salida rápida en el medio, notable capacidad área y lucidez para el aprovechamiento de las jugadas con pelota detenida. Así, a su modo, lo aplastó a Racing.
El primer tiempo, favorecido por errores individuales, fue atractivo, vertiginoso, intenso. Y tuvo cuatro goles que sirvieron para retratar las particularidades de cada uno. En el primero, por ejemplo, se exhibió el poderío aéreo de Arsenal cuando busca por arriba y en pelota detenida. Centro de Ramiro Cabrera, un rechazo, la peina González Pirez y Echeverría -especialista en el rubro- la empujó de cabeza. Sebastián Saja reaccionó tarde y varios jugadores de Racing defendieron quietos y mirando. Algo parecido sucedió con el segundo de Arsenal, el del 2-1: una jugada de lateral, la defensa de Racing mal parada, peinó Furch y apareció Carrera por el segundo palo para definir de palomita. Y el tercero, una escena repetida: tiro libre al área, cabezazo para bajarla de Echeverría, centro rasante de González Pirez y gol de rebotero de Furch. Otra vez, la defensa de Racing había brindado espacios y ventajas.
Lo de la defensa de Mostaza fue pésimo. Y arriba no ofreció variantes suficientes para vulnerar a un Arsenal que nunca perdió el orden. El único modo de llegar al gol fue por una torpeza de Zaldivia -cometió una mano muy evitable dentro del área- que derivó en un penal y en la ejecución eficaz de Saja. Era el 1-1. Parecía entonces, a los 19 minutos del primer tiempo, que otro partido podía comenzar. Pero no. Racing continuó siendo el de las dudas y el de las dificultades defensivas. Un atenuante al respecto: dos ausencias (la de Fernando Ortiz, por suspensión, y la de José Luis Gómez, lesionado) complicaron el armado. Otro detalle, quizá responsabilidad de Merlo: ante las inseguridades de los centrales (Campi y Saveljich) no optó por poner de tapón, bien cerquita de ellos, a Bruno Zuculini, como en los buenos momentos del último tramo del Inicial.
Intentó variantes Merlo para el segundo tiempo: Entró Viola, salió Quilez, fue Cerro de lateral derecho. Pero no cambió el desarrollo. Arsenal -equipo bravo, con oficio- puso el partido en el freezer. Cuidó la pelota, le recortó los espacios a Racing, lo fue adormeciendo. Y así, mansamente, el partido se fue acercando a ese desenlace pretendido por el equipo de Sarandí. Y a ese castigo para este Racing con preguntas sin respuestas.
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