miércoles, 19 de marzo de 2014

Huida

Dime que solo fue un sueño
que yo dormía;
y huiste abrazar a la luna.
Que solo doblaste la esquina
para encontrar la memoria
de la casa de los duendes azules.
Aquella en que el amor
era más ligero que las palabras.
El sillón quedó inmóvil
frente al cálido naranja de un cuadro.
Las botellas de vinos en limpia risa
caen sus gotas con el sentido de la embriaguez.
Dibujo rostros en las noches
para acallar tu fantasma.
El teléfono sigue coleccionando voces
y, yo apago mis oídos.
Borges y Machado siguen con sus versos
abriéndome nuevas palabras.
Los sigo leyendo en voz alta.
La noche se sobrecoge y
yo miro por la ventana.

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