En 2012 la Sociedad Geográfica Nacional, una de las mayores organizaciones sobre ciencia y educación del mundo, con sede en Washington D.C., EE.UU., convocó una conferencia con la participación de unos 40 especialistas de todo el mundo para debatir los aspectos científicos y éticos de las posibilidades de 'resurrección' de las especies extintas. Dos años después, las perspectivas de la iniciativa todavía no están claras.
Sin embargo, el diario 'The New York Times' ofrece una serie de criterios para seleccionar las especies sujetas a futura 'desextinción', basándose en la opinión de los ingenieros genéticos y biólogos que entrevistó. Para tener la posibilidad de resucitar, el animal extinto debe tener una importante función ecológica (o ser muy querido por la humanidad), ofrecer tejido que pueda suministrar muestras de ADN de buena calidad o de células germinales y contar con la posibilidad de reintroducirse en la naturaleza salvaje, es decir, tener a su alcance sus hábitats naturales preservados. A continuación, les invitamos a conocer a algunos de los candidatos:
Smilodon.: Es un género extinto de félido de dientes de sable cuyos machos podían pesar hasta 300 kilogramos. Apareció en América del Norte a finales del Plioceno y se extinguió en América del Sur durante el Gran Intercambio Americano. Son famosos por sus enormes caninos, que lo convierten en uno de los mamíferos prehistóricos más populares. Se extinguieron a raíz de los supuestos cambios climáticos a finales del Pleistoceno.
Daiji o delfín chino de río : ('Lipotes vexillifer'). Fue endémico de un solo lugar del mundo: el río Yangtze (China). En el año 2008 fue declarado completamente extinto. El fin de la especie se atribuye a la sobrepesca, la construcción de represas, la degradación ambiental y a las colisiones de embarcaciones con estos animales.
Mamut lanudo o mamut de la tundra ('Mammuthus primigenius'). Fue una especie de la familia de los elefántidos adaptada al clima extremo de la Edad de Hielo gracias a su largo pelo enmarañado y de un tamaño similar al del elefante medio actual.
La vaca marina de Steller ('Hydrodamalis gigas'). Fue el mayor sirenio que ha existido jamás: de 8 metros de largo (hasta 10 metros en algunos casos) y de entre 4 y 10 toneladas de peso. Apenas 27 años después del descubrimiento de la especie en 1741 por el médico Georg Wilhelm Steller, integrante de la expedición rusa de Vitus Bering frente a la península de Kamchatka, fue abatido el último ejemplar.
El lobo marsupial, lobo de Tasmania o tigre de Tasmania ('Thylacinus cynocephalus'). fue el marsupial carnívoro más grande del mundo. Los adultos medían entre 100 y 180 centímetros de longitud, incluida una cola de 50-65 centímetros, y pesaban entre 20 y 30 kilogramos. El ejemplar más grande conocido medía 290 centímetros del hocico a la cola. Se cree que se extinguió en el siglo XX.
Paloma migratoria o paloma pasajera ('Ectopistes migratorius'). En solo un siglo pasó de ser el ave más abundante de Norteamérica (y tal vez del mundo) a una especie extinta debido a la caza masiva con el fin de aprovechar su grasa, plumas y carne.
Bucardo ('Capra pyrenaica pyrenaica'). El 5 de enero del año 2000 se halló muerta la última bucarda que vivía en España. Es una de las subespecies de cabra montés que ha sido exterminada directamente por el hombre.
Cuaga o quagga ('Equus quagga quagga'). Fue una subespecie de cebra común, pero tenía un pelaje pardo rojizo no rayado en el lomo y cuartos traseros, y salpicado de rayas negras en la cara, cuello, costados y crines, mientras que el vientre y las patas eran enteramente blancas. Fue endémica de la zona sureste de la actual Sudáfrica. En 1883 murió el último ejemplar, que vivía en cautividad en el zoo de Ámsterdam. Con todo esto, es el único animal extinto cuyo ADN ha sido extraído, secuenciado y estudiado en su totalidad.
Huia ('Heteralocha acutirostris'). Fue una especie endémica de la isla Norte de Nueva Zelanda, con una longitud corporal de unos 45 centímetros. Se extinguió a principios del siglo XX debido al exceso de caza y la deforestación de la isla.
El género Moho. Incluye cuatro especies de Oos, melífagos hoy extintos que poblaron las islas de Hawái. Se cree que son tres las causas principales de su desaparición: la pérdida del habitat natural, una caza intensa por su plumaje y la gripe aviar.
Cotorra de Carolina (Conuropsis carolinensis). Fue la única especie de loro autóctono de América del Norte, con su hábitat natural al este del Misisipi. Sus últimas poblaciones desaparecieron a principios del siglo XX. Сomo causas posibles están la deforestación, la caza (ya que sus plumas de colores se utilizaban como decoración en sombreros para mujer, mientras que los agricultores los consideraban una plaga), las especies invasoras y las infecciones: según los zoológos, es muy probable que las cotorras sucumbieran a las enfermedades de las aves de corral.
Guacamayo cubano ('Ara tricolor'). Una especie de la familia de los loros que habitaba las islas de Cuba y de la Juventud. Desapareció hacia finales del siglo XIX debido a una captura extensa (eran los regalos preferidos a los reyes de España) y la deforestación.
Dodo o dronte ('Raphus cucullatus'). Era un ave no voladora endémica de las islas Mauricio, océano Índico. Estaba relacionada con las palomas que habían dejado de volar para volverse terrestres. El ave quedó inmortalizada en 'Alicia en el país de las maravillas', de Lewis Carroll. La propagación de nuevas especies en la isla por los colonos, incluidos cerdos, macacos cangrejeros, perros, gatos y ratas, y la aparición de nuevas enfermedades acabó con la especie: el último ejemplar fue visto en 1662.
Uro euroasiático ('Bos primigenius primigenius' o 'Bos taurus primigenius'). Desapareció debido a la caza, el retroceso de los bosques y la domesticación. La última subespecie en extinguirse fue la europea, con la muerte de la última hembra en un bosque de Polonia en 1627.
Epiornítidos o aves elefante ('Aepyornithidae'). Eran aves no voladoras endémicas de Madagascar. Podían pesar sobre 550 kilogramos y tener hasta 3 metros de altura y 2,3 metros de longitud. Sus huevos eran excepcionales: de más de 30 centímetros de diámetro, hasta 12 kilos de peso y hasta nueve litros de capacidad (para hacerse una idea, equivalían a siete huevos de avestruz). Según los zoólogos, la principal causa de su desaparición fue la depredación de sus huevos, más que la caza directa del animal.
Pato del Labrador ('Camptorhynchus labradorius'). Fue una especie endémica de América del Norte. Su población siempre fue muy reducida y todavía se desconcen las causas exactas de su desaparición. El último ejemplar fue visto en 1878.
'Tympanuchus cupido cupido', una subespecie del gallo de las praderas grande (urogallo grande) endémica a América del Norte. Uno de los aspectos más famosos de estas aves es el ritual de apareamiento. Fue una vez abundante, pero la pérdida de su hábitat natural y su extrema popularidad en la gastronomía local causaron su extinción para el año 1932.
Gorrión costero oscuro ('Ammodramus maritimus nigrescens'). Fue una subespecie no migratoria de los gorriones sabaneros marinos, endémica de las marismas naturales de Florida. Su número empezó a reducirse drásticamente en los años 1940, cuando la población local empezó a usar ampliamente el DDT (dicloro difenil tricloroetano) en las marismas para controlar los mosquitos. En 1990, la subespecie fue oficialmente declarada extinta.
Foca monje del Caribe ('Monachus tropicalis'). Su habitat natural fue el Caribe: era la única foca que habitaba en aguas exclusivamente tropicales, y el único pinnípedo del mar Caribe. La foca monje del Caribe medía entre 2,20 y 2,40 metros de largo y pesaba unos 130 kilogramos. Su pelaje era castaño en todo el cuerpo menos en el vientre, que era blanco amarillento. La foca monje era cazada por su piel, su grasa y también como alimento. Más tarde se generalizó la idea de que era una amenaza para la conservación de los bancos de peces y se inició una campaña semiorganizada para exterminarla. Su extinción fue declarada en 2008 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, mientras que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres aún la considera "posiblemente extinta".
Picamaderos imperial o carpintero imperial ('Campephilus imperialis'). Su hábitat natural fueron los bosques templados y fríos de pinos de México. Su extinción se debió a la explotación forestal.
Picamaderos picomarfil o carpintero real ('Campephilus principalis'). Era uno de los carpinteros más grandes del mundo: medía de 48 a 53 centímetros de longitud y pesaba entre 450 y 570 gramos. Debido a la desaparición casi total de su hábitat natural (sureste de EE.UU.) y a la caza furtiva, su número se redujo a tal punto que no se puede decir con seguridad que todavía exista.
Alca gigante o imperial ('Pinguinus impennis'). Fue la más grande de las alcas y carecía de la capacidad del vuelo, aunque era una buena nadadora y buceadora. Desapareció a mediados del siglo XIX debido a la caza despiadada tanto por parte de los humanos como por otros animales.
Mastodonte americano, la especie más reciente y conocida del género de los mamuts. Se cree que desaparecieron de América del Norte durante la extinción en masa de la megafauna del Pleistoceno, debida supuestamente a un rápido cambio climático.
Dinornítidos o moas ('Dinornithidae'). Se conocen diez especies de esta familia, de diferentes tamaños: desde el 'Eurayapteryx curtus' del tamaño de un gallo, hasta las moas gigantes que medían hasta 3 metros de altura y tenían un peso de 250 kilogramos. Su extinción se produjo hace 500 años, debido a la caza.
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