La vida de la actriz y conductora de TVN, Javiera Acevedo (28), es intensa por estos días, y no pretende parar. Estrenó la película "Mamá ya Crecí", se fue a Viña del Mar donde fue candidata de su canal para ser la reina del certamen, este mes estará en pantalla con la tercera temporada de "Apuesto por ti", y durante el año quiere estar en "Jugados" y una en película más.
En medio de todo ese ajetreo Javiera se detiene a conversar sobre el amor, los costos de ser una mujer sexy –y reconocerlo–, de los miedos superados y los por superar, de los prejuicios. Y ante las confesiones, nos sorprendimos. Porque es fácil creer que una mujer regia y exitosa, desenfadada y abiertamente sexy, tiene todos los reinos a sus pies. Pero no, las búsquedas y los temores son los mismos, los pendientes en el amor son los de todas. Esta es Javiera, la rebelde sin amor.
En la película "Mamá ya crecí" encarnas a una mujer muy liberal y jugada que busca el amor en un chico medio nerd. ¿En quién te fijaste para darle cuerpo?
Bueno, en un montón de mujeres a mi alrededor que ya se lo han vivido todo, que vienen de vuelta y que buscan a alguien que las pesque de verdad. Porque hay harta mujer que, si ya no están emparejadas, buscan formar algo. Pero a las mujeres libres les pasa que no es tan fácil. Si son bonitas, por ejemplo, el hombre las pesca porque son bonitas o porque ellos están calientes no más. No por entablar una relación con ellas.
¿Por qué crees que las mujeres más libres deben enfrentar esto?
Porque es un mundo machista. Bueno, se supone que hay de todo, no se puede generalizar, pero se pasa por eso, y es terrible. Ahora, también hay hombres que son buenos, que toman en serio, y ese es en el que yo me fijo en la película.
¿Crees que una modelo puede enamorarse de un nerd?
¿Por qué no? Creo que esos hombres buenos se pueden "amaestrar"; los de buen corazón y que se la juegan por ti son pocos. La mayoría no quiere compromisos ni nada. Por eso creo que los que se la juegan por ti y hacen todo para tenerte como reina, sí, uno los puede "amaestrar" y pueden terminar siendo lo máximo.
¿Lo dices porque te ha pasado?
Es una observación. Hasta ahora no he tenido a nadie que se la haya jugado al 100% por mí. Es difícil hoy encontrar hombres jugados.
¿Por qué crees que no se la juegan?
Porque estamos en un mundo rápido, donde todo es fácil. ¿Para qué engancharse? Además, suelen ser machistas, y hoy a las mujeres nos va bien, trabajamos, ganamos plata, y esa no es la mujer que quieren al lado, quieren pasarlo bien. Piensan "¿para qué engancharse si total después me van a pintar el mono?". Quieren ser libres. Creo que el machismo mezclado con la fuerza laboral de la mujer hace que los hombres sean así. Hoy una mujer se come con zapatos a un hombre, porque ya tiene el coraje, ya salió al mundo, ya se atrevió. Antes como dependía era más sumisa, se quedaban calladitas, no decían nada. Ahora sacamos la voz, si pillamos poniéndonos el gorro no pescamos nunca más.
¿Crees que este cambio es malo?
Es bueno. La lata es estar de conejillo de Indias mientras esto pasa. A nosotras nos tocó enfrentar el cambio, para que las que vengan después puedan disfrutarlo.
Igual los hombres no deben quejarse mucho de que trabajemos...
En serio, aún hay un montón de hombres que no les gusta que sus mujeres trabajen...
En la película también se muestra a una mamá muy especial...
Al final somos nosotras las que criamos monstruos, porque muchas son tan mamonas con sus hijos que echan a perder al hombre, porque salen cabros que tienen el concepto de mujer-mamá. Entonces esa es la única imagen con la que de veras se comprometen. Si uno no calza en ese ideal, las tienen para el puro webeo, aún cuando sean de lo más normales...
¿Por qué, como mamás, nos ponemos tan castradoras con los hijos?
Creo que tiene que ver con el miedo de quedarse solas en la vida. Generalmente son mujeres que sus maridos ya no están –en la película se va con otra– y que se vuelven a sus hijos como sus "hombres". Y ahí hay puros miedos, miedo a quedarse sola, a enfrentar la vida sin un hombre al lado. Por eso piensan y quieren que sus hijos las acompañen para toda la vida.
¿Qué tan posesiva y celosa eres en tu vida?
También he sido una mujer dominante, celosa con mis parejas. Hoy ya no, porque he aprendido.
¿Por qué, de dónde sale?
Es el miedo a quedarse sola, que se aprende en el camino y que por temas puntuales de la infancia uno no ha aprendido a soltar. Por ejemplo yo era la más chica de mi familia, y el tema de los celos era porque nunca tuve que compartir a mis papás con nadie. Mis hermanos se criaron entre ellos, pero cuando nací todos fueron para mí: mis hermanos, mi mamá, mi papá, mis juguetes, ¡regalona! Veía que todo el mundo corría para todos lados para mí. Entonces cuando uno se empareja, sin querer espera lo mismo. Y es un aprendizaje terrible. Porque es difícil. La otra persona sufre y yo sufro porque me doy cuenta que algo no anda bien.
¿Cómo demostrabas tus celos?
Era insegura, desconfiada. De las que preguntaba "¿dónde estás?", y cuando comenzaba a interrogar, lograba entender que era un error y ya me sentía mal. Con personas conversando, en terapia, te hacen entender que es un tema de chica, de esto de creer que el mundo gira a tu alrededor. Creo que estoy en la mitad del proceso, ahora me estoy preparando para algo mejor en el amor.
¿Te sientes más segura?
Es un proceso largo, pero en distintas relaciones que he tenido, livianas y más cortas, me he dado cuenta que he crecido un montón. No voy a estar con alguien por estar no más. He entendido que la felicidad no debe estar ligada a una pareja necesariamente. Antes miraba todo el rato afuera, buscaba afuera alguien que me definiera, que me diera sentido. Hoy no. Hoy busco en mí. Cuando uno deja de buscar afuera y se enfoca en el interior, gana más seguridad... Me he atrevido a más. En todo sentido. Vas viendo que uno está primero en algunas cosas. Que ya puedes tomar decisiones sola, sin miedo a ser diferente y no esperando darle en el gusto a la gente, sin susto a que te critiquen, a que te digan "¿pero cómo?". Ahora tranquilamente puedo decir "no quiero", "no tengo ganas".
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