lunes, 10 de marzo de 2014

Ciudades de grafiti. Hermosos y únicos

Ciudades de grafiti. Hermosos y únicos

Si hablamos de grafitis muy probablemente las acciones urbanas de Banksy sacudan nuestra mente. Pero hay vida más allá del anónimo autor en las paredes del mundo y, pese a la importancia de éste, recorremos las calles de las ciudades en las que disfrutar de museos al aire libre: arte urbano en vena y spray.

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El idilio de Philadelphia con el grafiti empezó en 1984. Así, a ritmo de rap, la ciudad intentaba ponerle coto al "taggeado", una práctica que consiste en llenar las paredes de la ciudad con un nombre, o el de un alter ego, dejando el rollo artístico para otro día. ¿Cómo se combate el spray? Con más spray. Así empezó el Mural Arts Program, que se basaba en aportar belleza y sentido al color. Así hoy, pasees por donde pasees, Philadelphia está llena de murales con mucha solera que se reinventan (y se añaden) cada año.

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El barrio de Tetuán no se cruza de brazos ante el decadente paisaje urbano, de bloque y bloque y gran avenida: se arremanga y pinta. Dentro del Proyecto Paisaje Tetuán la gran acción es la de embellecer los muros y las calles con arte y la creatividad. ¿Cómo? Con la colaboración entre los vecinos y la Junta Municipal de distrito, quienes eligieron como campo de acción la Plaza Leopoldo Luis, el solar situado en la Calle nuestra señora del Carmen, el solar de la calle López de Haro con Berruguete y el solar de calle Matadero con Ángel Puech. Así, pasear hoy por Tetuán se ha convertido en una acción artística más, al estar rodeados de obras como los murales de Borondo (uno en la imagen), las obras de Suso 33, San, E1000 y las cámaras de Spy.

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En Lisboa pasan de defender el grafiti. Directamente crean su museo al aire libre y con nombre propio: la GAU, Go Arte Urbana, organizada por la Galería de Arte Urbana. Ésta se encarga de proponer las ideas de los artistas y los espacios sobre la mesa; los lisboetas deciden quién pasará a los muros. Así es como las obras de importantes grafiteros están llenando los barrios como la inglesa Lucy Mclauchlan (en la imagen), el lisboeta Vhils, el español Sam 3, el italiano Blu o los brasileños OsGemeos.

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Las paredes de El Cairo son historia, como un libro de ilustraciones página a página, muro a muro. Esta ha sido una forma de reivindicación, expresión y protesta desde que empezaron las huelgas anti-Mohamed Morsi. Quizás, el grafiti más controvertido a la par que bello, fue el pintado en marzo del año pasado, tras el levantamiento de un muro de piedra alrededor de la plaza de Tahrir. El muro fue medio derribado y totalmente pintado con un grafiti que clamaba "No Walls Street", rebautizando así la calle aledaña a la mítica plaza. A partir de este momento, el spray ha funcionado como grito silencioso en la ciudad. Sus calles, hoy, siguen contando la historia de la revolución (nombres como 7orreya, Ammar Abo Bakr o El Zeft dan y darán mucho que hablar).

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Rusia arde. Las luchas sociales son una constante en un país en el que las libertades se coartan con la facilidad con la que se silencia a la sociedad. El grafiti es aquí más importante que nunca. Y en Moscú es donde nacen con fuerza, pequeños grandes grafiteros que dejan su huella artística de protesta. En marzo de 2013 murió, en circunstancias a día de hoy todavía no aclaradas, Pasha P183, el conocido como el Banksy moscovita. Sus obras siguen dando qué pensar en los muros de la ciudad. Pese a todo, Moscú, aparentemente, va dando cancha al arte urbano. Desde la delegación de cultura de la ciudad se están presentando propuestas en colaboración con colectivos culturales para celebrar festivales donde el grafiti tiene cabida. Es el caso del Faces & Laces (un festival de cultura urbana celebrado en Gorky Park) o la colaboración del Pik Group (un colectivo artístico) con el Departamento de Cultura.

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Buenos Aires tiene una escena grafitera conocida a nivel internacional. Una compañía, Graffitimundo, se encarga de ofrecer tours alternativos por los murales más destacables de la ciudad, además de ayudar en la promoción de grafiteros y gestión de espacios urbanos. Tanto es así, que además de un libro de Thames & Hudson, se ha publicado un documental sobre los artistas bonaerenses, White Walls Don't Say Nothing (destacables son Martín Ron, el autor del grafiti de la imagen en la Estación de Tropezón, Jaz o Ever).

Ciudades de grafiti. Hermosos y únicos

El ya más que discutido debate sobre el grafiti (¿arte o vandalismo?) no tiene cabida en Melbourne. De hecho, la conocida como 'Graffiti Lane' es una larga calle pintada por más de 50 artistas de Melbourne, Perth, Glasgow, Auckland e incluso San Salvador con consentimiento del Ayuntamiento que pone al alcance de cualquier artista las facilidades para compartir su obra con el resto de ciudadanos. El único requisito: nada de 'taggear', es decir, hacer algo artístico más allá de dejar nuestro nombre plasmado en cualquier pared, en cualquier circunstancia. Las zonas calientes del spray son Hosier Lane, Rutledge Lane, Caledonian Lane, Union Lane, Palmerston Street, 21 Degraves Street, Flinders Lane y Cocker Alley y la Centre Place.

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Se dice, se comenta, que A1one fue el primer artista urbano en atreverse a pintar los muros de las calles de Teherán sobre el año 2003. Bautizado como el Banksy iraní, por su necesario anonimato y su labor reivindicativa (los mensajes de sus pinturas no escapan a lo político, más bien todo lo contrario), fue el que inició un movimiento que a día de hoy continúan otros artistas (A1one ha tenido que dejar el país y se ha instalado definitivamente en Alemania). Ejemplos son Magoi, MAD, Nafir o Icy and Sot (el artista creador del grafiti de la imagen).

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Barcelona siempre ha despuntado como capital del arte y el deporte urbano. Skaters y grafiteros de todo el mundo tratan de reservar algunas fechas al año para aprovechar el paisaje urbano barcelonés (o, directamente, quedarse a vivir en la Ciudad Condal). Tras una época dorada, a principios de los años 90 (atención a este documento audiovisual presentado por una novata Angels Barceló), el Ayuntamiento de la ciudad empezó a poner límites (y multas de hasta 3000 euros). Hoy en día, quizás con las miras puestas en ciudades con mentalidad aperturista y proyectos grafiteros que salen de arriba, Barcelona trata de revivir el street art. Como ejemplo, Persianes Lliures o Murs Lliures, una plataforma que trata de gestionar los espacios públicos para dar cabida al arte del spray. Pez, Alberto de Blobs, Lolo y Sosaku... son nombres que nacieron del grafiti catalán. Pero los internacionales también vuelven a la Ciudad Condal llamados por esta "re-generación" del grafiti, como es el caso de Christian Guemy, C215, "el Banksy francés", autor de la obra de la fotografía.

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Ben Slow (autor del grafiti de la imagen) es solo uno de los artistas que aprovechan cualquier ladrillo del East End para dejar su sello y su arte, utilizando las fachadas de los edificios como lienzos en blanco. Los vecinos (en su mayor parte, inmigrantes con una gran proporción India) están encantados con este estilo y dejan que pinten sus casas y negocios. East End se ha convertido en un museo al aire libre y grafiteros de todo el mundo recalan en sus paredes para dejar huella (sobre todo en la conocida Brick Lane, una calle totalmente grafiteada).
Tanto es así que diferentes operadoras de turismo trazan la ruta del grafiti por este barrio, (te animamos a que sigas la nuestra, mucho mejor, dónde va a parar). Así, no solo de Banksy vive Londres, y artistas como The Burning Candy Crew, o Space Invader dejan su indeleble huella en la ciudad del punk.

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Kuala Lumpur es vibrante, caótica y colorida y aquí no faltan los grafitis. Su gran obra se encuentra a lo largo del cauce del río Klang, donde la Sungai Klang Art Gallery organiza y cuida la práctica del spray y la relación artista-vecino. No es baladí que la ciudad haya celebrado por segundo año consecutivo su KUL Sign Festival, una gran cita para el arte urbano malasio cuyo campo de acción es la ribera del río Klang.

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Brasil es la cuna del color (y del calor) y posee las que quizás sean las calles más pintorescas del mundo. Vamos, que el grafiti le viene prácticamente dado en el ADN. En São Paulo existe una calle dedicada únicamente al grafiti, es el llamado beco do Batman (callejón de Batman) oficialmente conocido como Rua Gonçalo Afonso. Este callejón es, más bien, un museo al aire libre en uno de los barrios más artísticos, jóvenes y efervescentes de la ciudad, Vila Madalena. Los muros son un lienzo que artistas de la escena brasileira van llenando y sobrepintando capa a capa; artistas como Thais Beltrame, OsGemeos, Vado do Cachimbo, Dask2 o L7M y sus bellísimas obras orgánicas llenas de color que aprovechan los elementos de la calle para completar los dibujos.

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Caminar por las calles de Queen West es un ejercicio museístico urbano de más de un kilómetro (para muestra, una galería de fotografías, paso a paso, por la Avenida Spadina en el barrio). De ahí que se haya bautizado por los locales como 'Graffiti Alley', uniendo el famoso Kensington Market y Chinatown. Todo un espectáculo. El propio Banksy nombraba esta zona de Toronto en su documental Exit Through the Gift Shop y dejaba su huella con alguna que otra pieza. Pero aquí, más allá del anónimo grafitero, nos gusta ver piezas con tanta alma y sencillez como un árbol que pide que le abracemos con un "Hug Me" y una diversidad de estilos que atrapa. Hay quien ya se ha hecho con el negocio de presentar tours guiados por las obras de street art de la ciudad, como Tour Guys, y ya hay una asociación, StreetARToronto, que promueve el buen entendimiento entre vecinos y grafiteros, organizando exposiciones y espacios (aunque desde el propio Gobierno de la ciudad han salido iniciativas grafiteras-friendly).

Ciudades de grafiti. Hermosos y únicos

Como si de un periódico se tratase, el Distrito 6 de Ciudad del Cabo se ha ido convirtiendo, con el paso de los años, en un muestrario de las cuestiones políticas, sociales y reivindicaciones de todo tipo de la ciudad (y también de África en general). Por ejemplo, tras la muerte de Mandela, las calles se llenaron de muestras grafiteras de agradecimiento y homenaje al gran Madiba.

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El barrio de Wynwood tiene uno de los índices más elevados de cafeterías, bicicletas y truck foods de América. Y, atención, en sus calles se encuentran unas 70 galerías de arte en antiguos edificios abandonados. El arte está tan presente en el barrio que el segundo sábado de cada mes se celebra un ArtWalk, es decir, una feria artística en la calle, a cielo abierto. Unido a los Wynwood Walls, a las obras de arte callejeras que inundan las paredes y los muros del barrio, solo queda gritar una cosa: EPIC WINNING! Además, este año se celebrará la décimo tercera edición del festival Art Basel de Miami Beach, que reunirá a lo más conocido y destacado del panorama grafitero mundial. Es el caso de Mac, Retna (autores de la obra de la fotografía), Gaia (desde Nueva York), Joe Grillo de Virginia o Neuzz de México.

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No es extraño pensar en playazas cuando se nos habla de Los Ángeles, o del Walk of Fame de Hollywood. Pero la cultura urbana late en cada pequeña avenida y callejón oscuro. No hay que olvidar que fue aquí, en Los Ángeles, entre pompa y Oscar, donde floreció a finales de los 70 y principios de los 80 la Golden Era del hip hop. Ahí crecieron nombres que hoy se consideran consagrados en el grafiti, King Cre8 (atención a su alegato pro-urban art, hey yo!), Shepard Fairey (más conocido como OBEY, autor del mural de la fotografía), La Pandilla (un puertoriqueño que se ha hecho con los muros de Venice), Rabi y Retna... Ayuda a la escena (y mucho) las iniciativas de organizaciones culturales como Do ArT Foundation y LA Street Art Gallery, completamente comprometidas como el street art, que han apoyado festivales como el Back Alley Street Art Show.

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San Francisco es muy consciente de la necesidad del arte callejero en las paredes de la ciudad. No lo decimos nosotros, lo dicen los murales de Diego de Rivera que se pueden disfrutar en la Ocean Avenue. Pero si hay un barrio colorista, donde casas, negocios, muros, edificios ocupados y abandonados, están repletos de grafiti, ése es Mission, que podríamos definir como joven, algo hipster y tremendamente multicultural (de profundo acento latino). En la imagen, una de las paradas obligatorias, el conocido como "mural de la sabiduría de las mujeres en el tiempo" (3543 18th St.), pintado en 1971 por siete mujeres. Habría que seguir el camino por la 24th Street, donde nos acompañan, a cada lado, más de 80 murales de carácter procativo y social realizados por los propios vecinos. Otro hot spot es Clarion Alley, donde cada año se celebra un mini festival vecinal en donde se honra a los nuevos grafiteros que hayan plasmado sus obras en la calle. En esta calle se encuentra una de las últimas obras del consagrado artista Chuy Jesús Campusano. Como visita imprescindible, hay que pisar Precita Eyes Mural Arts, la organización que resume el espíritu grafitero de la ciudad: "un mural es un puente entre vecinos". Amén.

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Estamos hablando de una ciudad que pintó "el muro de la vergüenza" de colores una vez derribado, de la ciudad que lo llenó de mensajes de ánimo, críticas políticas, y también de reflexiones y recuerdos a las víctimas del nazismo y de la II Guerra Mundial. Berlín es, sin duda, una de las ciudades más grafiteras del mundo. La East Side Gallery es su máximo exponente pero la ciudad ha sabido curarse de las heridas a base de brochazos dando rienda suelta a su Strassenkultur (la cultura de las calles) y lo sigue haciendo en lugares como RAW (hangares de tren solo habitados por sus personajes de dos dimensiones), la actualmente cerrada Tascheles y cualquier esquina de los barrios más punteros en este arte, Kreuzberg y Friedrichshain.

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Hablar de grafitis en París puede sonar casi a obscenidad, en calles de arquitecturas tan perfectas y cuidadas que da miedo tocarlas. Sin embargo, como siempre ocurre con el grafiti, el origen de las paredes reivindicativas tuvo lugar en mayo del 68 (¡te amo! ¡oh, díganlo con adoquines!; la cultura es la inversión de la vida... y demás mensajes que no nos son nada ajenos en los tiempos que corren). Hoy en día, barrios como Bassin de la Villete, se inundan de color con una norma: una vez has acabado tu obra, deja que otros pinten sobre ella.

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La escena urban de Ámsterdam (grupos movidos por el hip hop, deportes como skate o el BMX y, por supuesto, los grafitis) lleva organizándose desde hace ya unos 20 años. Pese a ello, y a que la ciudad está repleta de obras, el gobierno de la ciudad no permite el grafiti (lo penaliza, con una multa que implica pagar el coste del borrado de la pieza) por lo que los artistas suelen trabajar por la noche. De todas maneras, para tratar de evitar esta situación y conscientes de la gran escena, poco a poco van naciendo proyectos aperturistas, festivales y organizaciones que tratan de ofrecer espacios en blanco en zonas determinadas para que los grafiteros actúen. Es el caso del Paint & Beer, un festival que mezcla dos placeres: cerveza y spray.

Ciudades de grafiti. Hermosos y únicos

'Italia' y 'grafiti' nos llevan irremediablemente a Blu, artista nacido en Bolonia que ha hecho de este arte su trabajo y del mundo su casa. Con trabajo en Portugal, Brasil y Estados Unidos, empezó, cómo no, en Italia. Y sigue recalando en Roma donde deja piezas como ésta, realizada en septiembre de 2013 en el distrito de Testaccio, en un edificio ocupado por unas 450 personas.

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No hay que olvidar que en Nueva York nació una tendencia muy controvertida en el mundo del grafiti: las competiciones de grupos de grafiteros por 'decorar' los metros de la ciudad desde finales de los 60 y hasta bien entrados los 90. Pero hoy en día el grafiti se ha plantado en un barrio con denominación de 'Art District': Chelsea se alza como el adalid del street art (y del arte de exposición) en todas y cada una de sus galerías. Desde este barrio nacen iniciativas que mejoran las relaciones grafitero-vecindario en los muros de casas rehabilitadas y edificios abandonados. Tampoco nos olvidamos de 5Pointz, repleto hasta el último centímetro de tagging, murales y demás técnicas grafiteras (pero 5Pointz está a punto de ser derribado para la construcción de nuevas viviendas) o de Queens (actualmente Welling Court se ha llenado de arte urbano con el beneplácito de sus vecinos, que ven en estos murales una mejora indudable del paisaje urbano), donde Astoria presenta más de 100 muros pintados por 80 artistas locales.

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Das Viertel no es solo la vidilla y los grupúsculos sociales alternativos de Bremen. Este barrio se ha llegado a convertir en un museo de arte urbano donde los grafitis ponen la guinda a calles que solo serían fotogénicas en blanco y negro y a contraluz. ¡Que vivan los colores! Y más desde que los vecinos descubrieran que el grafiti con grafiti se evita, haciendo de sus casas auténticas obras de arte. La regla no escrita de que no se debe de pisar la obra de otro artista es el punto desencadenante de garajes psicodélicos como el del centro cultural Lagerhaus o las casas de colorines de Schildstrasse. La añoranza de la naturaleza hace que muchas fachadas recreen campos y prados de la infancia de los dueños, aunque otras pintadas están hechas por el puro placer de llamar la atención, como la de los Beatles en Charlottenstrasse o la de Spiderman librándose de unas cadenas metálicas en el lateral del bar Eisen mientras asevera que no le gusta el hierro (la gracia está en que Eisen quiere decir hierro).

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La zona hipster por excelencia de Montreal es, a su vez, la cuna del grafiti de la ciudad. Aquí se respeta, se honra y se celebra el Mural Festival de Montreal. Gracias al evento, cuya primera edición se celebró en junio de 2013, más de dos kilómetros de muros se dejaron libres, blancos, perfectos, para que los artistas expresasen sus reivindicaciones y contasen su historia en las calles de este barrio de Montreal. Más de 35 artistas dejaron huella: entre los locales, Jason Botkin, Le Bonnard, Chris Dyer; entre los internacionales, el español Escif o el italiano Pixel Pancho.

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Pese a la fama que pueda tener, Taiwán mantiene una política aperturista en cuanto a grafitis se refiere, dedicando desde el año 2005 zonas urbanas del país al arte del brochazo y el aerosol, las llamadas Graffiti Zones. En la capital, Taipei, un par de años después de este buenrollismo con el grafiti, se organizó un concurso de arte urbano en el distrito de Ximending que hoy luce, brillante, todo el arte taiwanés muro a muro. También en otras ciudades de Taiwán se van dejando entrever poco a poco pinceladas de arte urbano, como en el caso de la ciudad de Kaohsiung (la segunda mayor del país) en el centro cultural Pier 2.

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Detroit es esa ciudad que sigue sufriendo las nefastas consecuencias de la crisis automovilística. El cierre de edificios fue una constante desde finales de los años 60 y se calcula que unos 600 están completamente vacíos. Fue entonces cuando el arte grafitero comenzó, primero como apoyo a las huelgas y a las protestas y, más recientemente, con un componente artístico añadido. Así nació el Detroit Beautification Project hace casi dos años en las manos del artista Revok (y con el beneplácito del vecindario y de los dueños de los edificios), con la intención de hacer un llamamiento a los grafiteros del mundo que quisiesen dejar su huella en la ciudad. Es el caso de Risk, Steel, CES, Wane... y demás artistas que volaron (y seguirán volando) a Detroit en busca de muros.

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